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Dignified people, cannot support chains. When despots
oppress, the people appear to conform with oppression,
but in reality, in their minds germinate,
unconsciously, the notion of something that openly
opposes oppression, of something that is openly
repulsed by tyranny, and it is something impossible to
define when it is embryonic, it lights in all of the
minds when a superior will launches a virile and
potent redemptive idea.
Hidalgo was the virile will whom diffused the idea of
our independence which illuminated the intelligence
and had sympathetic echo in the chests of good
Mexicans. The idea prospered, because dignified people
cannot support chains, they cannot be slaves, and in
their explosion they drag the old thrones of the
despots.
The power of the people cannot be enslaved for anyone.
The most ferocious and rude tyranny has to submit
itself to the will of the people because the people
are the sovereign. And when the tyrants, oppose that
the people do their will; when they posses a delirium
of power and grandeur, they risk, in their insanity,
to act contrary to popular aspirations, the scepters
are destroyed and thrones are made to splinters,
standing over the ruined rule and broken chains,
liberty, which is the supreme aspiration of
democracies.
Los pueblos dignos, no pueden soportar cadenas. Cuando
los déspotas oprimen, los pueblos parece como que se
conforman con la opresión, pero en realidad, en los
cerebros germina, inconscientemente, la noción de algo
que se opone a la opresión, de algo que está en
abierta pugna con la tiranía, y es algo imposible de
definir cuando está en embrión, se incandece en todos
los cerebros cuando una voluntad superior lanza
potente y viril la idea redentora.
Hidalgo fue la voluntad viril que difundió la idea de
nuestra independencia que alumbró todas las
inteligencias y tuvo eco simpático en los pechos de
los buenos mexicanos. La idea prosperó, porque los
pueblos dignos no pueden soportar cadenas, no pueden
ser esclavos y stallan, y en su explosión arrastran
los viejos solios de los déspotas.
El poder del pueblo no puede ser avasallado por nadie.
La tiranía más ruda y feroz tiene que someterse a la
voluntad del pueblo porque el pueblo es el soberano. Y
cuando los tiranos se oponen a que el pueblo haga su
voluntad; cuando poseídos los césares de un delirio
enorme do poderío y grandeza, se atreve, en su locura,
a contrariar las aspiraciones populares, los cetros
son destrozados y hechos astillas los tronos,
irguiéndose sobre las regias ruinas y las quebrantadas
cadenas, la libertad, que es la aspiración suprema de
las democracias.
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